16 agosto 2007

Vulpess


Hacia 1981 la asimilación del punk británico en el estado español dejó de ser un entretenimiento exclusivo de algunos jóvenes de clase social pudiente, y la influencia de las bandas del 77 se extendió como un reguero de pólvora por los cascos antiguos de varias ciudades españolas. Por primera vez en la historia de España, gracias al revulsivo musical inglés, la clase obrera y los cachorros de la alta burguesía podían compartir barra de bar, sala de conciertos y , sobre todo, local de ensayo. De aquella segunda hornada de rock-punk español salieron grupos con bastante más ética y estética que sus inmediatos predecesores, bandas de efímera vida con más actitudes nihilistas que aptitudes musicales, y entre ellos destacaron verdaderas bombas sonoras como Espasmódicos, en Madrid; Último Resorte, en Barcelona; o el caso que ahora nos ocupará: las Vulpess bilbaínas.
Su nombre ha pasado a la historia más por la famosa querella que les puso el fiscal general del Estado que por sus logros musicales. Vulpess (zorras, en latín) comenzó a organizarse en Euskadi, en el Bilbao lumpen de finales de 1981, por iniciativa de una joven rockera de la facción dura llamada Loles Vázquez, aunque no sería hasta casi dos años después cuando lograsen culminar una formación medianamente estable. La mencionada Loles hacía alarde en los fanzines de la época de la veintena de miembros femeninos que habían pasado por Vulpess desde su fundación hasta la grabación de su primer y único disco, un single que les editó el sello madrileño Dos Rombos en 1983 con los temas “Me gusta ser una zorra” e “Inquisición”.
El tema de todos conocido no era más que una revisión minimalista del “I wanna be your dog” de los Stooges de Iggy Pop, una ‘adaptación’ hispana, firmada por Loles, en la que se gritaban las consignas que tanto estupor levantaron entre la ‘Comisión por una televisión digna’: “Prefiero masturbarme yo sola en mi cama / antes de acostarme con quien me hable del mañana / Prefiero joder con ejecutivos / que me dan la pasta y luego vas al olvido”. En la cara B del sencillo se alojaba ‘Inkisición’, otro tema de Loles que lanzaba proclamas muy del momento con un acelerado ritmo que invitaba al pogo. La formación que grabó el disco fue la siguiente: Las hermanas Loles y Guadalupe Vázquez (guitarra y batería respectivamente), Begoña (bajo) y Mamen (voz). Sus edades oscilaban entre los 19 años de Mamen y los veintitantos de Loles, y sus influencias musicales, según confesaban ellas mismas, iban desde el rockabilly al punk más básico (Pistols, Ramones...) pasando por la adoración que Loles profesaba al Bruce Springsteen. En su ajustado repertorio -no llegaban a la media hora de concierto- había lugar para versiones de los Ramones: “Sheena is a punk-rocker” (rebautizada como ‘Suzy es una cabezota’) el ‘Something else’ de Eddie Cochran o temas propios como ‘Sexo por la cara’ y ‘Deja tu sitio de una vez’. Cuando apenas había dado dos conciertos (en Tope y en un festival local) el cuarteto ya habían sacado una serie de posters y adhesivos con el logotipo del grupo: el nombre latino culminado con el grafismo de la doble ese (SS) del Schtzstaffe nazi, una provocación estética bastante habitual por entonces. Y volviendo al fugaz momento de gloria del grupo, cuando salió el single lo hizo en olor de multitudes, luciendo en la portada una advertencia de los peligros que la ya popular canción presuntamente podría hacer en la sensibilidad del oyente. Su contraportada mostraba un collage realizado con los muchos recortes de prensa que les propició el escándalo, elevado a sus cotas más altas por el diario ABC dirigido por Luís María Ansón, que, lejos de dañar al combo femenino lo elevó directamente a los altares de la historia del rock estatal cuando publicó íntegramente la letra de “Me gusta ser una zorra” en sus páginas centrales, dedicando además al asunto todo un editorial. El grupo se disolvería aproximadamente un año después, cuando ya se había disipado el mencionado escándalo mediático

No hay comentarios: